Cuando era niña imaginaba que la música la tocaban los ángeles desde el cielo, y que los niños éramos inmortales.
Imaginé tantas cosas…
Si algo agradezco a la vida es la herencia que me dejó la naturaleza (ella me enseñó a amar).
Doy las gracias a mis perros de la infancia, Paloma y Tula, por la lealtad, seguridad y el amor que me dieron.
Agradezco a mis abuelos sus costumbres sencillas y humildes.
Conservo objetos antiguos de mis antepasados, en los que me refugio; para no perder mis verdaderas raíces, valores y principios…
Todos tenemos una vida llena de vivencias, de recuerdos que nos siguen.
Cada uno de nosotros los sentimos de manera diferente.
Es nuestra herencia, única e intransferible.
Ana Vega